5. ESTADO DE LAS POBLACIONES.
No existen aún estudios ni estimaciones fiables sobre el tamaño poblacional del camaleón en su área de distribución. Valoraciones a grandes rasgos de su abundancia relativa las realizaron Blasco (1978), Blasco et al. (1985) y Cuadrado y Rodríguez (1990).
La tendencia
poblacional de la especie, en líneas generales, es desconocida. En medios de
comunicación escritos se han incluido titulares del tipo
estabilización del camaleón, recesión del camaleón, peligro de extinción
del camaleón prácticamente de forma simultánea, lo cual da una idea,
entre otras cosas, de la confusión existente.
Al no contar
con datos concretos de densidades en el pasado, la comparación es imposible.
Los primeros datos contrastables (resultados de transectos) son aportados por Cuadrado
y Rodríguez (1990), en base a resultados de 1985; estos autores destacan la
falta de información en este sentido.
Es evidente la
necesidad de aplicar un método de censo adecuado y que se adopte de forma
general por todos los investigadores. Los métodos posibles serían la realización
de transectos y el método de la parcela, con algunas modificaciones dada la
baja detectabilidad de la especie, hecho que puede variar en función de los
distintos hábitats en los que podemos encontrar a la especie.
J.
Mellado (com pers.) basa sus estudios actuales en el número de ejemplares
localizados por tiempo empleado; en base a muchas prospecciones calcula un
tiempo crítico, tiempo mínimo en el cual con una probabilidad del 95% deberán
localizarse camaleones en un hábitat determinado (método más rápido de
presencia-ausencia). Censos nocturnos, en áreas conocidas, no serían
descartables M. Cuadrado (com pers.),
asegura que los camaleones se detectan con mucha más facilidad en horas
nocturnas al iluminar la vegetación (hecho conocido por algunos agricultores).
J.
Mellado (I Jornadas Biología y Conservación del Camaleón) baraja
densidades de 15-16 camaleones por hectárea para algunas áreas de Rota. Según
las encuestas realizadas a agricultores de Málaga (Arenas) las estimaciones serían
de 0,5 a 1 ejemplar por ha. El problema radica en la baja detectabilidad de esta
especie, de comportamiento críptico, y en la dificultad de determinar con
exactitud índices de detectabilidad para cada hábitat, sobre todo en aquellos
con predominio arbóreo, donde es mucho más difícil localizar ejemplares.
Los datos de
mortalidad en carreteras pueden constituir una base para detectar tendencias
poblacionales, siendo previsibles que reflejen aumentos o descensos de densidad
al comparar datos de distintos años, si la metodología empleada en su estudio
es la misma. Por supuesto, distintos factores externos pueden influir en los
resultados (variaciones del tráfico, climatología, recogida de ejemplares
muertos) que deben ser tenidos en cuenta.
En el presente
trabajo se comparan los datos obtenidos en el seguimiento de atropellos
realizado en 1991 en Cádiz, Málaga, Huelva y Portugal con el llevado a cabo en
el presente trabajo, en 1995 y en la mismas zonas.
En base a este
método se puede adelantar, a grandes rasgos, que existen zonas donde se ha
visto una tendencia al mantenimiento de las poblaciones; en otras, un
crecimiento claro y, hay áreas en las que parecen existir recesiones o incluso
extinciones locales, incluso en zonas en las tradicionalmente se consideran de
densidades altas. Esto ha sido constatado además mediante visualizaciones de
las áreas adyacentes a las carreteras prospectadas.
La bibliografía
y los resultados de encuestas coinciden en señalar una recesión poblacional en
años pasados. Blasco (1978), cita una reducción del 60 % en tres años en Punta
Candor (Rota).
En las
I Jornadas Biología y Conservación del Camaleón se hace referencia a un
informe técnico de 1993 de la AMA de Cádiz (Fernández,
inédito) en el cual se constata la desaparición en distintas zonas.
Blasco
(1985) asegura que de no variar el ritmo de los acontecimientos, una extinción
total del camaleón en la Península Ibérica, es sólo una cuestión de tiempo.
Por contra, Cuadrado
y Rodríguez (1990) apuntan en su prólogo una estabilización en muchas
localidades a pesar de existir recesiones y desapariciones puntuales.
La población
encuestada coincide en una recesión, (salvo en algunas zonas donde fue
introducido recientemente, donde se dice que hay igual
o más), dejando de lado el sesgo que supone el hecho de que parte de
los habitantes de estos lugares han ido perdiendo contacto con el campo (lo cual
le conduce a pensar que ve menos ejemplares). Las encuestas a agricultores que
realizan las mismas actividades desde hace años así como las referencias
bibliográficas hacen creíble una recesión, cuyos inicios parecen situarse
hace unas décadas.
Pese a lo
expuesto anteriormente, debemos tener en cuenta que, debido a la pequeña área
de distribución del camaleón común y su gran relación con hábitats
propensos a ser modificados, ya que son en su mayoría, periurbanos y con poco
valor ecológico reconocido, la situación de sus poblaciones es delicada.
Y no debe
entenderse la expansión del área de distribución como síntoma de recuperación
de la especie, puesto que a este hecho, aparte de ser debido a introducciones
artificiales produciendo poblaciones aisladas, puede sumarse el que se vea
desplazado hacia otros lugares (en general ascendiendo en latitud y altitud) por
presión de las actividades humanas, lo que implica que se hacen críticas las
poblaciones de estas zonas.
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